Ahora mismo estás en un blog sobre sexo. Más aún, ¡uno de fetichismo! Has entrado con tu conexión a Internet libremente, sin preocuparte por nada salvo por satisfacer tu curiosidad. Estoy en lo cierto, ¿no?
Pero esto, como sabes, sería impensable hace unos 70 años, más menos allá por los años ’50. Por supuesto, no hablo de entrar en un blog, ya que no había Internet. Hablo más bien de ir a una estantería y comprar una revista de… fetichismo… en los años ’50. ¡¿En serio?!
Es verdad que ya habían revistas pornográficas e incluso cine porno. Pero leer esas revistas y ver esas películas era algo que se hacía en secreto (de hecho, todavía en muchos países estaban prohibidas). ¡Que nadie te vea, Johnny! Y, a pesar de la íntima diversión que ofrecían, no podías evitar un sentimiento de culpa. Lucy, ¡¿qué haces con eso, asquerosa?!
Si eso eras con las revistas, ya te puedes imaginar en la cama…
Entonces, ¿cómo llegamos a esta libertad sexual que tenemos hoy? ¿En qué momento se rompieron los tabúes? La respuesta está en dos palabras: revolución sexual.
¿Qué es la revolución sexual… y lo que hizo por ti?
La revolución sexual, también llamada liberación sexual, fue una verdadera explosión. Una que destruyó los cimientos de siglos y siglos de represión sexual fundamentados en la moral cristiana. Todo se vino abajo en apenas dos décadas, la de los ’60 y la de los ’70 (aunque continuó con mucha fuerza en los ’80). Y el mundo ya no volvió a ser igual (¡gracias!).
Por primera vez en siglos, la gente se lanzaba en masa a romper con los tabúes que sus padres les habían enseñado y hacer realidad sus más recónditas fantasías sexuales y amorosas (sí, porque la revolución sexual fue también la revolución del amor).
Se pusieron de moda el sexo premarital, el poliamor, el aborto, los métodos anticonceptivos y el BDSM (fuck me, My Lord!). Además, se fortaleció el movimiento feminista y empezaron a surgir toda clase de grupos para defender el derecho de las minorías sexuales, lo que sentó las bases para el futuro movimiento LGBT+. Así que, por primera vez en la historia, ya no era un “crimen” tener sexo con quien (o quienes) quisieras.
Y qué decir de los grandes cambios que hubo en el arte y la literatura, que se inundaron de sexo hasta el fondo: desde los libros de Jack Keruac, hasta la música de The Beatles y los filmes de Martin Scorsese, Francis Ford Coppola o William Friedkin.
En fin, que todo en la sociedad se pintó en su totalidad con los vivos colores de la libertad sexual. Y el cambio fue definitivo. Porque todavía hoy, aunque ya no con esa fuerza apasionada que distingue a todos los grades estallidos sociales, sigue en marcha esta revolución, como puedes ver a diario con la aprobación de nuevas leyes a favor del aborto o la igualdad de género.
Así que le demos mucho a la revolución sexual y todo lo que nuestros padres y abuelos hicieron para que hoy el cuerpo, la desnudez y el sexo volvieran a ser algo completamente natural. Y la mejor forma de honrar este esfuerzo es despojarte, si los tienes, de los pocos tabúes que todavía te impiden tener una vida sexual placentera y feliz.
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